Futuro negro, fútbol negro

Hace muchos años que se viene esperando el salto mundialista de los equipos africanos. El primer recuerdo fuerte que tengo de esa realidad, y que compartiré con los nacidos alrededor de 1980, es el batacazo que dio Camerún al ganarle 1 a 0 al Campeón Argentina en el partido inaugural de Italia 1990.

En ese mundial -y en los realizados antes de Alemania 2006-, el primer partido lo jugaba el campeón. Esa gran selección comandada por el octogenario Roger Mila, el veterano arquero N`Kono y el delirante Makanakis, fue el primer aviso de que la África negra llegaba al fútbol, para quedarse. Camerún perdió en Cuartos de final en un partidazo (el mejor del mundial, según recuerdo) con Inglaterra. Fue 2 a 2 en el reglamentario, posteriormente un penal de Lineker en el tiempo extra dio a los ingleses el pase a semifinales. En 2002, en otro partido inaugural, el Campeón Francia también perdía 1 a 0, el verdugo vestido de negro era Senegal, que hasta ese año (finalmente llegó a Cuartos de final) nunca había tenido actuaciones relevantes. Es que esa es otra característica de estas selecciones: su irregularidad. Aparecen como "el rival a temer" un año y desaparecen al mundial siguiente. Pero su presencia se vuelve estable cuando vemos los campeonatos Sub 20 y Sub 17.

En Estados Unidos 1994 el cuco fue Nigeria. Jugaba allí Nwankwo Kanu que la estaba rompiendo en el Ajax de Amsterdam, pero tenía -decía la leyenda- un problema en el cuore parecido a Andy de Supercampeones, sin embargo no pasaron de Octavos. Esto no es un obstáculo para que Nigeria, con solo 3 participaciones en mundiales sin pasar de octavos, pero con una recordada medalla dorada en Atlanta 1996 (frente a Argentina, que tiraba el offside en los último minutos), otras buenas actuaciones en campeonatos juveniles y el atractivo de jugadores carismáticos como Jay-Jay Okocha, Daniel Amokachi, el nombrado Kanu o el actual Obi Mikel (del Chelsea), despierta -junto a otros equipos africanos- despierte simpatía.

Esta atracciónl no radica simplemente en el hecho de ser equipo de un continente muy arrasado, explotado, masacrado; la típica afinidad por el equipo "más débil", tampoco en que sus uniformes escapan a los conocidos y tradicionales (aparece el verde, el amarillo, el naranja de Costa de Marfil, y otras combinaciones poco prejuiciosas), fashion fact muy bien aprovechado por las marcas de ropa como Puma; hay algo más que las hace atractivas, y es una razón/pasión bien futbolera. Estos equipos practican un fútbol desvergonzado, caótico, arriesgado, arrojado, ofensivo, desordenado e indisciplinado. Adjetivos que horrorizan a los cultores del fútbol táctico y calculador, y que a su vez atraen a quienes se acercan al polo de los "libres planteos tácticos" y del lirismo (ver un par de posts más abajo).

Una buena reflexión en este sentido, que incluso me inspiró a escribir sobre el tema, es la

nota de Juan Sasturain publicada hoy en la contratapa de Pagina12. Sasturain es un reconocido periodista, escritor y guionista argentino. Tiene un perfil futbolero que ha sabido explotar y que lo sitúa en la misma tradición de los Soriano, Fontanarrosa, Dolina y otros. En la nota, Sasturain continúa abonando a su teoría de que el fútbol tiene un futuro negro, imagina mundiales ganados por selecciones africanas y piensa que esta próxima localía puede ser el punto de inflexión que las dirija a los primeros puestos...exactamente 20 años después de la irrupción de Camerún.

Finalizando, en el texto se expone otra razón para nuestra identificación cariñosa:

En el esquema actual del fútbol globalizado, los africanos –como nosotros, en esta etapa de lenta decadencia que ya es nuestro tema ineludible– están condenados a ser exportadores compulsivos: no pueden (no podemos) retener lo que producen (producimos). La diferencia es que mientras ellos –nuevos, precarios e incipientes– van (hacia la historia, hacia el mercado), nosotros –maltratados, usados y mañeros– volvemos. Mejor dicho: estamos de vuelta. Y no tenemos negros, ni vamos a tener.

Recomiendo la lectura de la nota y que continuemos la conversación.